Cuando aparece una infección respiratoria, a menudo puede ser difícil saber si estamos ante una infección vírica o resfriado (provocado por un virus) o ante una infección bacteriana (provocada por bacterias). Los síntomas, la duración, la prevención y el tratamiento que prescribirá el médico o recomendará el farmacéutico pueden variar según el tipo de infección que presentemos.
Causas y síntomas de los resfriados víricos
El resfriado común puede ser provocado por diversos tipos de virus, el más habitual de los cuales es el rinovirus. El desarrollo de la enfermedad suele durar entre 3 y 10 días, durante los cuales se nota un empeoramiento de los síntomas al principio y después una mejoría progresiva.
Los síntomas del resfriado común pueden incluir:
- Exceso de moco, congestión o goteo nasal.
- Dolor de garganta.
- Fiebre moderada.
- Malestar general.
- Dolor de cabeza o dolor corporal leves.
Recuerda que los antibióticos no tienen poder alguno frente a las infecciones originadas por virus. No los tomes a no ser que te los prescriba un médico.
Causas y síntomas de las infecciones respiratorias bacterianas
Las infecciones bacterianas son mucho menos comunes que las infecciones víricas (resfriados). No obstante, pueden ocurrir con cierta frecuencia, sobre todo en niños y personas de especial sensibilidad. Aunque algunos de los síntomas pueden ser comunes a los del resfriado (tos, fiebre, congestión…), existen algunos signos que nos pueden orientar hacia el diagnóstico de una infección de origen bacteriano:
- Síntomas de resfriado que duran más de 10 días sin mejoría.
- Mucosidad muy espesa, maloliente o congestión acompañada de dolor de cabeza, sinusal, en nariz, pómulos o frente.
- Fiebre alta de más de 3 días de duración.
- Hinchazón alrededor de los ojos, ojeras marcadas.
- Mal aliento.
- Faringitis, amigdalitis.
- Dificultades respiratorias, sensación de falta de aire.
Sobreinfección bacteriana
Un concepto un poco distinto a lo explicado más arriba, aunque muy relacionado, es el de sobreinfección bacteriana. Ocurre cuando, bajo los efectos de una infección vírica o resfriado común y de forma oportunista, ciertas bacterias aprovechan las condiciones para proliferar, generando una infección secundaria. Esta es una de las complicaciones más habituales de los resfriados.
Por esta razón, es posible que un resfriado común benigno pueda complicarse hacia una patología más severa que, eventualmente, pueda requerir un tratamiento con antibióticos. Sigue siempre el consejo de tu médico para valorar la necesidad de tratamientos que requieren prescripción.
La buena noticia es que las complicaciones del resfriado común a menudo se pueden prevenir siguiendo algunas normas de higiene y autocuidado. A continuación te explicamos cómo.
Cómo prevenir las complicaciones del resfriado
Ante una infección de vías respiratorias, debemos tomar algunas medidas para prevenir complicaciones.
Lavarse las manos con frecuencia
Las infecciones respiratorias se transmiten de persona a persona a través de gotículas de saliva o moco que quedan en suspensión en el aire, o bien que se adhieren a objetos que después tocamos. Por eso, lavarte las manos con frecuencia ayudará a evitar la transmisión de estos microorganismos a la vez que elimina de forma segura los que tú mismo excretes.
Usar pañuelos desechables
Los pañuelos también pueden ser una vía de transmisión de microorganismos y favorecer una sobreinfección. Por eso, es preferible utilizar pañuelos de un solo uso.
Beber abundantes líquidos
Una hidratación adecuada favorece que el moco se mantenga fluido y pueda excretarse con facilidad, evitando su acumulación y posibles sobreinfecciones en la mucosa nasal.
Si, además, tomas infusiones y sopas calientes (dentro de un rango de temperatura agradable), ayudarás a calmar la irritación y suavizar tu garganta y mucosas.
Realizar lavados nasales con solución de agua de mar
Además de ayudarte de forma directa en el alivio de los síntomas, los lavados nasales son una medida higiénica que ayuda a prevenir las infecciones en las mucosas nasales. Si tienes mucosidad abundante, realiza lavados nasales con solución de agua de mar al menos una vez al día.
Usar un humidificador
Un ambiente húmedo también favorecerá la excreción mucosa, ayudando así a que realice su función protectora. También puedes beneficiarte de duchas de vapor o agua caliente.
Descansar adecuadamente
El descanso es una medida fundamental en cualquier proceso infeccioso: favorece la actuación de las propias defensas y facilita que el organismo pueda combatir la enfermedad. Descansa tanto como puedas y como necesites mientras duren los síntomas.
Cuándo acudir al médico
Para acabar, debes saber que es importante consultar con tu médico cuando aparecen signos de alarma como los siguientes:
- Síntomas que empeoran tras una leve mejoría inicial.
- Fiebre alta (más de 38,5ºC) durante más de tres días.
- Dificultades respiratorias como sibilancias (pitidos) o sensación de falta de aire.
- Dolores intensos en garganta, cabeza, pómulos o tras los ojos.
- Dolor de oído.
- Cualquier otro síntoma inusual o que provoque molestias severas.